domingo, 23 de agosto de 2015

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Palabra del Señor



Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Cuando una chica oye esto y frunce el ceño y piensa “¡machismo!” o     cuando un chico lo oye y piensa “muy bien dicho, las mujeres tienen que obedecernos”, es señal de que ni ella ni él han entendido a San Pablo. Es señal de que se han liado.
La Sagrada Escritura solamente puede entenderse a la luz del mismo Espíritu que la inspiró y una cosa está clara: el Espíritu Santo ni es machista ni es feminista. Al machista le dice el Espíritu Santo que no sabe amar porque quiere mandar, que no se líe. A la feminista le dice que no sabe amar porque no quiere obedecer, que no se líe. Y, a todos, nos dice que obedezcamos a Jesús que se ha ofrecido por nosotros en la Cruz y nos ha mostrado un amor digno de fe. No es tan difícil de entender si uno no se lía con eso del machismo y del feminismo.
El matrimonio que Dios inventó no es el infierno que encadena para toda la eternidad a un machista que quiere -lógicamente- mandar y ser servido y a una feminista que -lógicamente- no quiere obedecer ni servir. Eso no es el matrimonio, eso es el infierno.
El matrimonio que Dios inventó es el Cielo que unirá para toda la eternidad a Cristo -obediente y enamorado- con su Esposa, la Iglesia -obediente y enamorada-.
Comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo es empezar a celebrar en esta vida -a la luz de la fe- esa locura del Amor de Dios ante la que se rindió -obediente y enamorada- Santa María.
Javier Vicens
Párroco de S. Miguel de Salinas

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